viernes, 1 de enero de 2010

Entrevista a Alberto Breccia: “Por algún lado hay que empezar” (Parte 5)


Realizada por Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno

Saccomanno: Contanos algo de la década del 60.

Breccia: Bueno, en el 60 me voy a Europa, para trabajar para los ingleses, pero no llego a instalarme allá porque los chicos habían quedado al cuidado de una cuñada mía que enfermo gravemente y me tuve que volver. Apenas regresado, Quinterno me vuelve a llamar y arreglamos nuevo precio y la devolución de todos los originales, desde el primero de Vito Nervio, y entonces hacemos Armas de Fuego, con Blasetti. Armas de Fuego, era un western moderno, con bombas atómicas y platos voladores.

Trillo: Y no haces más ni el Club de Aventureros ni Vito Nervio.

Breccia: No. De Armas de Fuego hice 180 páginas a razón de dos por semana.

Trillo: En esa época vos dabas clase, y hacías humor.

Breccia: Sí. Hice bastantes chistes para Tía Vicenta. Siempre me gustó el humor. En el 55 fui uno de los fundadores de Fígaro, la revista de Bayón, donde colaboraron Quino, Lino Palacio, Gubellini. Y por esa misma época colabore con el Pucky, que había sido relanzado bajo la dirección de Aisemberg. Allí hacia las tapas e ilustraba cuentos famosos como Mister Valdemar.

Saccomanno: Siempre trabajaste mucho

Breccia: Como un perro. Todos los días, domingos y feriados, navidad, siempre. De nueve de la maña a doce de la noche. Hubo tiempos en los que además de historietas y humor, hacia ilustraciones para libros de escuela, y tapas de colecciones, aparte de enseñar dibujo.

Trillo: Esto ocurría también cuando no eras un buen dibujante.

Breccia: Sí. Siempre trabajé mucho. Y cuando dibujaba mal era porque no me salía. Me acuerdo una vez que estuve todo un domingo tratando de dibujar una cara de Vito Nervio chiquita como una estampilla porque me salía torcida. Y era una carita entre cuatro personajes. El secreto de todo, si es que hay algún secreto, es laburar mucho.

Saccomanno: Nunca tuviste ayudantes.

Breccia: Nada más que para que me posaran y me cebaran el mate.

Trillo: En la última exposición de Lobos había pocas cosas sobresalientes. Entre las que presentaron los historietistas, casi ninguna.

Saccomanno: Exceptuando esos trabajos esplendidos de Enrique sobre una leyenda alemana, y dos o tres cosas más. Pero lo que realmente sobresalía era el humor.

Trillo: Es decir, parecía que sólo los humoristas ofrecían algo nuevo para ver.

Breccia: Sí, cierto. Los humoristas son más plásticos, más valiosos. Tienen, evidentemente más cosas que decir que los historietistas. Fati es un plástico, Santol es un plástico. Crist es un plástico. Y eso es algo que no sucedía con los dibujantes de humor de antes, que eran dibujantes cómicos nada más.

Saccomanno: Ahora, ¿por qué te parece que no pasa lo mismo con la historieta?

Breccia: Influyen muchas cosas: las editoriales, que castran al dibujante con sus exigencias mercadológicas.

Trillo: Y a lo mejor es que los dibujantes de humor piensan más.

Breccia: Es cierto.

Saccomanno: Crist tuvo en Lobos una charla con dibujantes de historietas acerca de una carpeta que él había hecho con unos trabajos muy hermosos. Cuando la vieron, los historietistas le preguntaban cómo podía ser tan libre y (textualmente) “quién le había dado tanta libertad “. Y la libertad no se la dio nadie. El se la tomó solo.

Trillo: También pasa otra cosa: los humoristas pueden publicar sus “delirios”, y los historietistas no.

Breccia: O como me pasa a mí, que sí dibujo mis delirios, pero después tengo que esperar diez años para que en algún lado los publiquen.

Trillo: Vamos ahora a hablar de un tema que tiene que ver con los dibujantes mas jóvenes. ¿Quiénes son los que más te gustan? De los argentinos, claro.

Breccia: Bueno en primer lugar, Enrique. Y no porque sea hijo mío sino porque es el mejor. Me gusta también Trigo, no tanto por lo que hace sino por lo que puede hacer. Y hay tipos de los cuales se pueden esperar muchas cosas: Lucho Olivera, Lito Fernández. Eso sí, a los muchachos habría que controlarlos. Que no hagan de cada historieta un staff donde uno hace los patitos, otro las macetas y otro los cielorrasos.

Saccomanno: ¿Vos crees que cuando algunos de los jóvenes asuman su propia historieta van a hacer algo bueno?

Breccia: Seguro. Pero exigidos, controlados y verdegueados para que den lo mejor que pueden dar. Lo que no sé es quién los va a verduguear. No seguramente algunos de los editores que tienen.

Trillo: ¿Algún otro nombre?

Breccia: Y, sí. Mandrafina, Altuna, Lalia.

Trillo: ¿Y en el humor?

Breccia: Uh, ahí hay un banda. Son muchos los que me gustan.

Saccomanno: ¿A vos te gusta el tango? Te lo pregunto por el William Wilson que hiciste con clima de tango, o por Daneri, que es un héroe de tango. ¿A dónde ibas a milonguear?

Breccia: Iba a un club que había en la calle Alberdi, de Mataderos, y que se llamaba Juan Bautista Alberdi.

Trillo: ¿Y qué orquestas te gustaban?

Breccia: Donato, Tanturi. Los escuchaba mucho por la radio.

Trillo: ¿Seguís escuchando la radio mientras trabajas?

Breccia: No. No me la banco más. Necesito silencio, ahora.
Saccomanno: ¿Y el box? En un Daneri se trato el tema del box y el lugar, estoy seguro tiene que ver con algún recuerdo tuyo.

Breccia: En Mataderos había un boeing club que se llamaba El Coraje y estaba en la calle Murguiondo, esquina Bragado. Allí entrenaban Oscar Casanova, campeón olímpico, Víctor Castillo, campeón argentino, y otros más. Yo iba a verlos hacer guantes todas las tardes. Mi hermano practicaba con el hermano de Justo Suárez en el fondo de la casa.

Trillo: ¿Ibas a Luna Park a ver peleas?

Breccia: Nunca fui al Luna Park

Saccomanno: Y el juego, ¿te gusta?

Breccia: ¿La timba? No. Juegos de estar sentado no me gusta ninguno.

Trillo: Y de los poetas del tango, ¿cuáles te gustaban?

Breccia: Discépolo, sobre todo Discépolo. Y también Manzi y Celedonio Flores, que también era boxeador.

Breccia: ¿Premios? Si. Saqué cinco premios por dibujo humorísticos en el Salón del Dibujante. Yo saqué en total siete premios en mi vida: estos cinco que te digo, y dos geriátricos, el de Lucca y el de Córdoba, por haberme pasado toda la vida dibujando.

Saccomanno: Yo muchas veces te dije que cuando te metiste a hacer los Mitos de Chtulhu, te bandeaste hacia la plástica ¿A vos que te parece?

Breccia: Yo no me hago esos planteos.

Saccomanno: Está bien. Pero el caso es que vos haces cosas que se apartan de todo. Es ilustración pero no es ilustración .Es pintura pero no es pintura.

Breccia: Mira yo leí a Lovecraft en 1960 por primera vez. Compré un libro de el en Barcelona, para un viaje en tren hasta Milán. Y esa noche, viajando, me di cuenta de que tenía que dibujarlo en historieta. Cuando, no lo sabía.

Trillo: ¿Te das cuenta de que era una era una tarea muy brava, que Lovecraft no trabajaba sobre imágenes de la realidad, que el suyo era un mundo muy difícil de traducir?

Breccia: Sí, me di cuenta de todo eso. Y más, no mes sentía en el 60 con agallas par dibujarlo, pero enseguida supe que algún día lo iba a hacer. Recién 13 años después se me dio la oportunidad, es decir me sentí capacitado para empezar el trabajo. Mientras tanto estuve investigando, me metí en toda la saga del Chtulhu, reuní todos los cuentos a través de antologías, hasta que salió el libro de Alianza.

Saccomanno: ¿Vos trabajaste sobre la traducción de Alianza?

Breccia: En algunos casos. En otros, no. Hay uno que está tomado de una fotocopia de la biblioteca de Barcelona, que era “La ciudad sin Nombre”, un cuento editado hace mucho y jamás reeditado en castellano.

Trillo: ¿Y le pediste a Norberto Buscaglia que hiciera la adaptación?

Breccia: No. Primero le pedí que me adaptara Informe sobre Ciegos, de Ernesto Sábato. Y Norberto hizo un gran trabajo. Se lo enviamos a Sábato, con quien yo había hablado previamente, y el, por carta me hizo saber que no estaba dispuesto a aceptar que se redujera una sola línea de su texto original. Entonces como el texto y el dibujo estaban condenados a decir lo mismo decidí no hacerlo, abandoné el proyecto. Entonces me adapté yo mismo el primer relato de Lovecraft que hice en historieta: El Ceremonial. Después, le pedí a Norberto que siguiera adelante con la cosa y ya hemos realizado bastante más de la mitad del trabajo que nos propusimos. Los Mitos de Chtulhu ilustrados por mi ya han sido editados en revista y en libro en Italia, en revista y libro en Francia, en libro en Argentina y en España y es probable que este año aparezca en los Estados Unidos.

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